Entrevista concedida a Dainerys Mesa y publicada en la revista Alma Máter
Giselle Lominchar cree en la energía que fluye del trabajo en equipo. Es una mujer sin medias tintas. Lo sabe quien la conoce y quien la sigue en las redes sociales. Dice que siempre anda por las nubes, pero en sus tres décadas de vida ha trabajado como actriz, directora, guionista y dramaturga.
Un camino arduo, dedicado y centrado que pueden fraguar solo quienes saben lo que quieren; conocen su propósito; y resultan, como ella misma se define: «una persona reservada, analítica y creativa».
Es una mujer introspectiva que lo cuestiona todo, todo el tiempo, y que, en ese afán de indagar en los porqués, se comunica con el mundo.
«Soy una mujer profesional y un ser humano que se propone cada día alcanzar un poco más su paz interior, intentando unificar estos tres roles. Tengo muchas contradicciones, cuestiono casi todo porque necesito entenderme y entender el mundo. Por eso escribo, por eso actúo y por eso hago cine. El cine me permite encontrar caminos, respuestas y compartir mis preguntas con los demás. Debatir. Reflexionar. Sensibilizar. Sí, soy un poco intensa…».
¿Hasta dónde estás dispuesta sacrificar la actuación por la dirección, o al revés?
«Hasta ahora no he tenido que hacerlo, o al menos así lo siento. Más que sacrificar, me realizo alternándome entre una y otra. La creación no para, y no me detengo. Por ejemplo, el año pasado para mí como actriz era un año muy importante, pero mis planes internacionales se detuvieron por la pandemia. ¿Qué me salvó? Dirigir. Escribir. Sacar los proyectos engavetados y nuevas oportunidades que aparecieron, como la publicidad, dirigir comerciales, algo que no me había planteado hasta ese momento. Tuve que estudiar y explotar mi fase de directora otra vez. Y eso me encanta. Me encanta tener opciones, elegir proyectos e, incluso, alternar».
Su primera aparición en la pequeña pantalla fue en el teleplay Trigo Verde. Desde entonces a la fecha, ha actuado en espacios diversos como Flores con Patricia, Patrulla 444 y A otro con ese cuento.
¿Qué limitaciones tiene estar delante de una cámara?
«La mayoría de las veces eres una portavoz».
¿Cuáles son las libertades de trabajar detrás de ella?
«Lo que se ve, es tu visión, es tu voz».
En el rol de actriz, ¿qué situación recuerdas donde tu imagen o tu proyección estuvieron sujetas a estereotipos o patrones sexistas que te incomodaron? ¿Resolviste ese conflicto?
«En el rodaje de una serie canadiense tenía una escena post sexo, donde mi personaje discutía con su amante. En la escena anterior yo había usado un albornoz para seducirlo, y de ahí pasaba a la elipsis; o sea, que la escena sexual no se veía. Comenzaba con el actor ya vestido de pie junto a la puerta y yo en la cama.
«Pues el director quería que estuviera desnuda. Y a mí no me parecía lógico, había transcurrido tiempo suficiente entre una escena y otra, ¿por qué tenía que aparecer el actor vestido y yo desnuda? ¡Más en una escena de discusión, donde mi personaje era quien llevaba las riendas!
«Pues me negué a hacerlo, y le expliqué mis razones al director, que además no hablaba español. (Risas) Ha sido la única vez que discuto con un director, y en inglés».
Con su primera obra detrás de cámaras, el cortometraje de ficción, Sangre, obtuvo los premios:
Ganador de la sección “Haciendo Cine” de la Muestra Joven del ICAIC
Beca “El Reino de este Mundo” que otorga la Asociación Hermanos Saiz.
Premio de la Popularidad en la categoría Cortos Latinoamericanos fuera de Concurso el Festival Buenos Aires Rojo Sangre (BARS, Argentina.
¿Has experimentado expresiones de machismo o sexismo también desde tu rol en la dirección?
«Sí, cuando estaba haciendo mi ópera prima tenía muchas reuniones para las negociaciones, sobre todo con hombres. Una me chocó mucho, porque mientras le hablaba sobre mi proyecto nunca me miró a los ojos. Tenía la vista en mis pechos, y ese día ni siquiera llevaba escote.
«Fue muy incómodo, me sentí muy impotente y hasta dudé de mí como profesional. También era demasiado joven».
En una entrevista publicada recientemente, Lominchar habló sobre el valor que le otorga a las apariencias y a los juicios solo basados en la belleza física.
«La imagen es súper importante, yo le hacía rechazo a mi imagen, pero luego tuve que asumirlo porque es parte de ti. Pero bueno escogí un camino donde me valoraran por algo más que mi imagen física, no quería ser una actriz bonita y ya. Me he enfocado en mi carrera, mis estudios y en demostrarlo».
Últimamente han crecido mucho tu presencia y contenidos en redes sociales, llegando a influir en una comunidad significativa de personas, ¿cuál es tu propósito y tu responsabilidad en este medio?
«Si antes las rechazaba, ahora son una fuente de inspiración. A pesar de que me ha costado reconocerlo. Mi próximo corto, #habanalike, se basa en esta relación contradictoria que tengo con las redes, de la cual quienes me siguen han sido testigos. Como dije antes, me gusta indagar, cuestionar, reflexionar con las demás personas. Es un ejercicio que requiere del tiempo que a veces no dispongo, pero cuando se lo dedico, descubro puntos de vista muy interesantes».
Fuente: https://medium.com/revista-alma-mater/giselle-lominchar-una-mujer-sin-medias-tintas-9cf824d1a87c
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